
Todo al 2021
Cada año lo mismo y cada año distinto. Soy una chica de propósitos y deseos, aunque a veces se me entremezclan. Los deseos vienen de una tradición que inició mi madre. Escribimos en un papel lo que deseamos para el nuevo año y lo guardamos. Cada 31 de diciembre leer lo que deseaste el año anterior es una experiencia singular. ¿De verdad quería yo esto?
Este año no voy poder leer mis deseos. Estoy confinada en casa de mi padre porque mi pareja ha dado positivo en COVID-19. No soy supersticiosa, pero no poder cumplir esta tradición con mi madre me duele. Me duele mucho.
Al 2021 le pido salud (sobretodo mental) e ilusión. Para mi lo más duro del 2020 ha sido la ansiedad. Sentir en primera persona que todos los miedos, los peores pronósticos de los estudios, las distopías que nos imaginamos; todo puede hacerse realidad. He visto por redes y en directo cómo la gente se quejaba de la pandemia con la misma boca que come el pavo o cochinillo navideño. ¿Nos hemos olvidado de las gripes aviares y porcinas? ¿Queremos repetir en bucle este fatídico año?
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Uno de los pocos buenos momentos del 2020 |
Tener ilusión está siendo duro. Quiero y no puedo. O puedo y no quiero. Me da miedo ilusionarme. Me da miedo pensar que mis esfuerzos, por acabar con la crisis climática, con las pandemias, con las opresiones vayan, a caer en saco roto. La realidad es que solo tengo 2 opciones: intentarlo o no intentarlo. Hasta ahí podemos decidir.
Creo que intentarlo en mi caso implica 2 propósitos:
- Seguir acudiendo a las sesiones con la psicóloga para conseguir estabilidad mental.
- Aprovechar cada momento de energía e ilusión para seguir trabajado.
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