Cómo hacer activismo por los animales

“Eso también es activismo. No tiene que ser perfecto para ser”. Esto le decía a un compañero la semana pasada cuando hablábamos que hacía ilustraciones y pintadas contra la tauromaquia y la experimentación animal cuando aún no era vegano. Que algo no sea perfecto, desde el punto de vista del movimiento antiespecista (o de Derechos Animales), no significa que no sea también activismo. Por mucho que unos pocos, muy ruidosos ellos, nos quieran convencer de lo contrario. 

Cómo hacer activismo por los animales, es una cuestión que para resolver tenemos que ir tocando antes un par de temas. 

Nos vamos a la definición de la RAE -que aunque no nos encanten sus prácticas, siempre es útil ver cómo tratan de definir nuestras realidades- y nos encontramos con lo siguiente: 

  1. m. Tendencia a comportarse de un modo extremadamente dinámico.

  2. m. Ejercicio de proselitismo y acción social de carácter público, frecuentemente contra una autoridad legítimamente constituida.

  3. m. Fil. Doctrina según la cual todos los valores están subordinados a las exigencias de la acción y de su eficacia.

La verdad que me gustan todas, pero vamos a coger las dos últimas para explicar que el activismo por los derechos de los animales es, de facto, a favor de sus derechos y en contra de su explotación. Para conseguir que la gente comprenda por qué los otros animales deberían ser también sujetos de derecho y consigamos su consideración no solo legal, sino también moral, tendríamos que darnos un paseo largo sobre todas las bases filosóficas del movimiento de derechos animales y no nos daría para artículo, sino para libro. Por lo tanto, el activismo animalista surge como respuesta a ese sistema de valores conocido como el carnismo, donde hay un consenso social de que explotar a los otros animales - igual que comer carne- es, como define la doctora Melanie Joy: “Natural, normal y necesario”.  

Es decir, por un lado tenemos la legalidad: comer animales, explotarlos, usar sus pieles, experimentar con ellos, cazarlos… es legal. Pero por otro lado está este consenso social que admite que ellos -esa otredad- son inferiores a nosotras y por lo tanto estamos autorizadas a explotarles basándonos en diferencias meramente arbitrarias. ¿Qué diferencias son esas? Quizá de inteligencia, comunicativas, de sintiencia o conciencia. Pero que la ciencia hace ya tiempo que ha desmontado para probar que no son tantas las diferencias y sí que las similitudes son abrumadoras.

Recomendaciones de lectura llegadas a este punto: 

  1. Por qué amamos a los perros, comemos cerdos y usamos vacas: una introducción al carnismo (2009) de Melanie Joy 

  2. Un paso adelante en defensa de los animales, Oscar Horta 

  3. Ecoanimal, una estética plurisensorial, ecologista y animalista, de Marta Tafalla

Por lo que hacer activismo por los derechos de los animales es ir en contra del mainstream de la mayoría de la población, a 2023 que escribo estas líneas, en ese acto proselitista de carácter público que nos daba esa segunda definición. Y el tercer punto, esas exigencias de la acción y su eficacia, nos llevan a un concepto muy interesante que se trabaja en el movimiento de derechos animales desde hace años y es el “altruismo eficaz”

La definición de este término viene de Wikipedia, que tiene como fuente los autores William MacAskill y Peter Singer, ambos conocidos filósofos de esta forma de hacer activismo: 

El altruismo efectivo (a menudo abreviado EA) es un movimiento filosófico y social del siglo XXI que aboga por "usar la evidencia y la razón para descubrir cómo beneficiar a los demás tanto como sea posible y tomar medidas sobre esa base". Las personas que persiguen los objetivos del altruismo efectivo, a veces llamados altruistas efectivos, pueden elegir carreras en función de la cantidad de bien que esperan que la carrera logre o donar a organizaciones benéficas con el objetivo de maximizar el impacto positivo. Pueden trabajar en la priorización de proyectos científicos, iniciativas empresariales e iniciativas políticas que se estima salvarán la mayor cantidad de vidas o reducirán el mayor sufrimiento.

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En principio suena bien, ¿verdad? Hacer la mayor cantidad de acciones que tengan el mayor impacto posible sobre la mayor cantidad de individuos (peces, pollos, insectos, animales silvestres…). Todos nuestros recursos son finitos (tiempo, dinero, energía…) y nuestro tiempo en el planeta también. Queremos que nuestro activismo por los animales sea lo más eficaz y eficiente posible. 

Sin embargo, hay unos cuantos “peros” a esta rama del activismo que también os tengo que desglosar por aquí para que podáis tomar la mejor de las decisiones posibles y podáis ejercer uno de nuestros mejores músculos mentales: el pensamiento crítico

Además de la dinámica de poder un poquito jodida en términos capitalistas de que quienes tienen el dinero son quienes dan a aquellas personas que no lo tienen para trabajar en ONG animalistas, también significa que si el rendimiento de esa ONG en particular no es el más óptimo - en unas métricas, más o menos objetivas, de Kpis o ROI-, pueden echar a la calle a mucha gente que sí que necesita ese dinero. 

Por supuesto, no todo en esta vida es susceptible de ser objetivamente cuantificado - os lo digo yo, que soy de ciencias sociales- e igualmente son importantes. ¿Cómo cuantificamos los cuidados, la empatía con otras activistas, la amabilidad de grupo?

Qué tipos de activismo podemos hacer por los otros animales

La primera vez que hice una recogida de firmas en el colegio, aún llevaba el uniforme verde a cuadros de las Salesianas. Imprimí una copia en el ordenador de casa de unas casillas donde los participantes tenían que poner su nombre completo y el DNI, así como su firma, para la ONG ADDA. Fue para acabar contra la tauromaquia, era  el año 2001 y yo tenía 15 años. 

Desde entonces, he hecho muchas clases de activismo por los otros animales y he ayudado en unas cuantas asociaciones, santuarios e iniciativas por ellos. Es ya más de media vida haciendo activismo, así que algo os puedo contar de todo esto. 

Lo primero es volver a reiterar la necesidad de hacer algo por ellos. Los otros animales están muy mal, sufren muchísimo, de formas muy diversas y en todas partes del mundo. Una vez que tomas consciencia del problema que supone esto y a la violencia constante a la que están expuestos, reconozco que puede ser abrumador. Esa sensación, veinte años después, me sigue visitando a menudo. Puede ser paralizante y muy frustrante. Por lo que hacer activismo es una de las formas de poder salir de ese bucle incesante de pensamientos intrusivos y emociones desagradables, ya que muchas de las personas que hacemos activismo solemos tener una fuerte disposición para la empatía. 

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Lo segundo que me gustaría decirte, tanto si ya has empezado como si no, es que tu activismo puede cambiar con el tiempo. Que lo que pensabas que iba a durar puede que no lo haga. Y que el autocuidado es indispensable porque esto es una carrera a largo plazo. Y, no, no tienes que sacrificar toda tu vida, 24/7 a la causa, porque - por mucho que haya gente que se empeñe en que sí- necesitamos más gente imperfecta haciéndolo lo mejor posible, que un puñado de mártires agotados y quemados. 

Y ya, para empezar a meternos de lleno, hazte las siguientes preguntas

  • ¿Qué te gusta hacer? 

  • ¿Qué se te da bien hacer de forma natural? 

  • ¿Cuánto tiempo disponible tienes al mes? 

  • ¿Hay otras causas que también te muevan? 

  • ¿Qué otras obligaciones fuera del activismo no puedes descuidar? 

  • ¿Con qué tipo de organización te gustaría más trabajar? 

  • ¿Cuentas con otro trabajo y vías de ingreso con las que mantenerte? 

  • ¿O te gustaría profesionalizar tu carrera y orientarla a la defensa de los animales?

¿En qué piensas cuando piensas en activismo? 

Quizá te venga a la mente un grupo de gente manifestándose en la Puerta del Sol sosteniendo carteles que recen lemas como “La Tortura no es Cultura” (un clásico). Puede que tengas la imagen de Angela Davis con el megáfono en alguna marcha por los derechos civiles o impartiendo cátedra sobre antirracismo. Angela Davis, por cierto, es vegana desde hace muchas décadas. Puede que pienses en esas personas al frente de las ONG repartiendo folletos y haciendo socios en una calle abarrotada de gente. O en tu vecina, que sabes que acude los sábados a pasear a perros en una de las protectoras de su ciudad. 

Todo eso son formas válidas y aceptables de hacer activismo. Solo tienes que elegir con la que más cómoda te sientas e intentar, en la medida de lo posible, no invalidar el activismo del resto, que es algo que pasa en todos los movimientos sociales. Aunque sí es cierto, que el movimiento de derechos animales y el activismo que hacemos por ellos debería ser, en todos los casos, interseccional. Es decir, con una mirada más amplia de los derechos de otros colectivos históricamente oprimidos. Por eso estás leyendo esto en el blog Sostenibilidad Interseccional, porque todo está conectado y no podemos tener justicia social solo para unas pocas en el mundo, humanas o no. 

Vamos a hacer una lista, que nos gustan mucho las listas, para darte ideas de qué tipos de activismo puedes hacer. Huelga decir que esta lista es mía; más allá de la consideración del “grassroots activism” que surge de la gente y es para la gente y no tiene una organización jerarquizada como sí sucede en muchas empresas veganas y ONG grandes, no existe una clasificación oficial. 

  • Activismo de concienciación: Para informar a la gente sobre la explotación animal y promover campañas que ayuden a la gente a tenerlos en consideración. Un ejemplo de este activismo serían campañas como las de FAADA para promover un Turismo Sostenible y Responsable con los animales; las campañas de vigilia en mataderos donde despiden a los animales y graban en vídeo cómo llegan al matadero en los camiones de transporte. Animanaturalis también lleva décadas exponiendo a la industria cárnica con impactantes campañas sobre la explotación animal. 

  • Activismo de datos: para recoger, de forma científica, estadísticas con las que ayudar al mayor número de animales. Un ejemplo muy famoso es la ONG Faunalytics que dota al movimiento y a la opinión pública de informes sobre estudios que hacen de distintos aspectos del veganismo y el activismo antiespecista para que la gente sea más eficiente. También otras asociaciones internacionales buscan datos para poder entender cómo estamos y desde ahí hacer mejores campañas de concienciación. Otro ejemplo podría ser el grupo Rethink Priorities.

  • Activismo de rescate: Es ese tipo de activismo que intenta salvar a los otros animales de situaciones de riesgo o explotación. Aquí tenemos que diferenciar los que son más tipo acción directa donde la gente se cuela en granjas de explotación - que también es un tipo de activismo de concienciación porque luego de ahí salen informes, denuncias y campañas-; y los rescates que hacen desde los santuarios de animales donde el individuo importa y su historia y sus cuidados estarán en el centro para desde ahí, de nuevo, concienciar a la población de que, por ejemplo, un cerdo tiene la inteligencia y las mismas ganas de vivir que un niño de tres años. Todos los santuarios de animales del estado entrarían aquí. Dos ejemplos que me gustan mucho por el trabajo que hacen son la Fundación El Hogar y Santuario Vegan. 

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  • Activismo centrado en el veganismo como solución: desde crear recetas online, a hacer cursos de cocina y gastronomía plant-based. También podríamos incluir aquí los retos para hacerse vegano de Veganuary y Generación Vegana. Uno de los más populares, y efectivos según la ONG Faunalytics, donde mencionar a toda la gente que se dedica a esto sería prácticamente imposible. 

  • Activismo legal:  son muchas las aristas que tiene la legislación por los derechos de los animales, en algunos países está todo por hacer. Hay abogados animalistas, hay procuradores y jueces y otros expertos en temas legales que, cada vez más, se van centrando en sentar jurisprudencia y hacer que se haga justicia con el contexto legal de cada país. También hay organizaciones como INTERcids que trabajan con este objetivo en mente y podcasts como el de la periodista Lucía Arana “Derecho y Animales”. 

  • Activismo académico y educativo: La parte legal también podría entrar aquí si nos centramos en investigaciones, papers, publicaciones en revistas científicas o en desarrollar programas que tengan a los otros animales también en consideración. Hay muchísimas personas que se dedican tanto a la parte más universitaria, como a la más divulgativa, como la activista Aph Ko, Dra. Breeze Harper, Mery Ocaña, Marta Tafalla, Bárbara González… Dos ejemplos más que me gustan mucho: El Centre for Animal Ethics de la Universidad Pompeu Fabra con Núria Almiron y otras académicas al frente, y Ética Animal, una ONG dedicada a centrar el debate en los derechos animales y en su consideración moral en distintos ámbitos educativos. 

  • Activismo artístico: aquí mucha gente nos podría decir aquello de que el arte, si no incomoda, no es arte, sino decoración. Desde el diseño gráfico más pragmático a dibujar realidades en clave animal. En España tuvimos Capital Animal como capital del arte en 2016. Artistas como Roma Velarde, Luiso García, DASE y su street art, los collages de Ana Lorente, las ilustraciones de Pilar Roca “The Wild Rocks”, Santiago Talavera… 

  • Activismo corporativo: uno de los más criticados por los activistas y de los más necesarios, porque nadie quiere hacerlo. Consiste en sentarse a negociar con las grandes multinacionales que explotan animales y negociar mejoras para ellos. Lo que muchos consideran como “bienestarismo” es, para otra mucha gente, una manera más rápida de aliviar el sufrimiento de millones de animales, aunque sin llegar a paliarlo del todo. También puede ser una forma de hacer ver a la gente que las ONG consiguen mejoras tangibles por los animales. En el Observatorio de Bienestar Animal o Igualdad Animal encuentras ejemplos de este tipo de campañas. 

  • Activismo desde los medios: incluiríamos aquí tanto el fotoperiodismo encargado de destapar escándalos en la industria cárnica (que son prácticas habituales) a quienes escribimos artículos en medios de comunicación o salimos en medios (TV, radio…). Ejemplos: El caballo de Nietzsche, Tras Los Muros, We Animals, Animals Media…

Para terminar, me gustaría recordar que esto son solo algunos ejemplos. Hay muchísimas personas que hacen un activismo que quizá no se vea tanto o sea tan visible. Gente que se dedica a picar datos, a llevar las webs de las ONG y santuarios. Organizan ferias y fundraisings. Gente que limpia en los santuarios de animales o que ofrece servicios veterinarios altruistas. Gente que conduce a otros activistas. Personas que usan el trading o sus conocimientos financieros para invertir por los animales. Personas que hacen de relaciones públicas y conectan a la gente. Editoras de revistas y periódicos online. Escritores. Poetas. Personas que ponen el cuerpo en las manifestaciones y en la vía pública. Quienes realizan acciones directas para mandar un mensaje. Quienes practican la no violencia y la resistencia pacífica. Quienes montan una olla comunitaria o un centro social vegano. Esa persona que nunca falla a alimentar a los gatos de su barrio o quien tiene la valentía de grabar actos de violencia contra un animal… 

Todo es activismo si se hace de forma consciente, más o menos organizada, y constante en el tiempo. Recuerda que no tiene que ser perfecto para ser. Como tú, como yo, como nosotras.

Imagenes de Tom Bedwin para la agencia de comunicación The Vegan Agency

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Paula González Carracedo

Soy Paula, una madrileña que ha conseguido hacer de su pasión, la comunicación, su herramienta de trabajo para ayudar a quienes lucháis por hacer del mundo un lugar más habitable a contar mejor vuestra historia. Comunicadora , licenciada en ADE del 86 y CEO de The Vegan Agency. Vegana, preguntona y enamorada de la gente bonita. Escribo mucho aunque a mi lo que más me gusta es hablar, debatir y montar planes de comunicación. Aspiro a ser quien mi perra creía que soy.

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